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El primer éxito de los Arctic Monkeys ya cumplió una década

Cuando piensas que todavía no estás tan ruco y te enteras que...¡El primer éxito de los Arctic Monkeys ya cumplió una década!


"Don't believe the hype"


El pasado miércoles, mientras scrolleaba en facebook como un maldito enajenado, me encontré con un notición o el notición me encontró a mí (porque ya verán el tremendo favor que le hago al mencionarlo). Exagero, la verdad es que es el tipo de acontecimiento que si a la gente le resbala, mejor. Se trataba de una publicación de la revista Rolling Stone que resaltaba en negritas un título que mis ojos no dejaron pasar: "Arctic Monkeys celebra diez años de su debut". El encabezado se refería al lanzamiento del primer single de la banda I bet you look good on the dance floor. Este es el claro ejemplo de una noticia que no cambiará una vida en absoluto, de hecho, es el tipo de noticia que uno no quiere saber con tal de sentirse un chamaco. Sin embargo el hecho de no tener nada que hacer, aunado al regocijante gusto que tengo por la nostalgia y el pasado, me orillaron a pensar en cuántas vidas no habrá cambiado la aparición, hace ya una década, de esta auténtica invitación a dejar la escuela, tomar una guitarra, armar una banda y decir "que se jodan todos, seré estrella de rock...ah...pero de rock indie (sea lo que sea que eso signifique en estos tiempos)". Al menos a mí me causó un gran impacto y supuse que lo único que podría hacer de mi vida era ser miembro de una banda de rock, ahora me doy cuenta que esa vida no lo es todo.


Corría el año 2005 y su nombre ya tenía presencia en las conversaciones que los jóvenes británicos, ávidos de nuevos temas, nuevas sensaciones y nuevos ídolos, entablaban en los pubs donde aún se escuchaban con cierta nostalgia los primeros discos de Blur y Oasis, incluso la obra maestra de los Stone Roses. Su reputación crecía a tal grado que sus más frenéticos seguidores se habían propuesto hacerles famosos, o si quiera protagonistas de la escena indie de mediados de la década pasada, con la publicación del disco no oficial "Beneath the Boardwalk", distribuido un año antes. Para entonces, los monos tenían amarrado un contrato con Domino Records para lanzar su primer disco titulado "Whatever People Say I Am, That's What I'm Not " y que vio la luz a principios del 2006. Sin embargo, Domino Records y los mismos Arctic Monkeys sabían que no podían dejar pasar el tiempo antes de sacar el primer single extraído de ese disco, y sabían también (o eso quiero pensar), que la canción indicada para estrenarlos y darlos a conocer ante el mundo debía resumir la esencia de su sonido, pero también la de su tiempo. Y lo consiguieron.



I bet you look good on the dance floor fue liberada de manera oficial el 17 de octubre de 2005. Con este primer single, los monos entraron de lleno en la industria musical (que por cierto, en Inglaterra genera ganancias que equivalen al PIB de cientos de países en el mundo) y de inmediato atrajeron las miradas de la crítica especializada, que pocos años antes había visto como una de sus grandes glorias había dejado un legado de tan sólo dos discos, abandonándose a los excesos y causando daños hasta ahora incalculables en la salud mental de los jóvenes hooligans ingleses. Los monos pasaron a enrolarse a las filas de un batallón de invasión, la enésima intentona británica, junto a una camada de bandas que definieron a una generación.


Jamie (20 años), Andy (20 años), Matt (19 años) y Alex (19 años) contaban con la edad idónea para ser consagrados estandartes y promotores de la tradición musical de su tierra, voceros y portadores de una bandera que ellos nunca quisieron llevar y que, sin embargo, portaron por años. Los monos se encontraban en el limbo entre la madurez malograda y el culto excesivo a la juventud, y supieron sacarle provecho a ese lugar privilegiado. Punto desde donde se avizoran las dos caras de la moneda. Tras su aparición, causaron un eco considerable entre su público y detractores, quienes veían como las bandas que habían idolatrado y acompañado envejecían, y otras se perdían en la mediocridad. Mientras tanto, otros géneros musicales desplazaban a la música rock del sitio privilegiado que había tenido en las radiodifusoras de la isla.


"Deja de mirarme, y yo dejaré de mirarte. Lo que me sorprende es que realmente no quiero que lo hagas"


Develando la magia del debut Idílico.

Ímpetu reprimido. Energía fluyendo. Reproducir. Descarga de adrenalina en 3...2...1...


Acordes de Fa sostenido en staccato irrumpen la incertidumbre de los primeros segundos en blanco para dar rienda suelta al vértigo y vehemencia de la guitarra de Alex Turner, cuya sonoridad evoca tantos hitos personificados y tantos bellacos del rock, mientras el responsable de encabezar la celebración se desliza en la parte menguante del diapasón. Un requinto que, sin pretender ocultarlo, rinde un fiel homenaje al sonido de guitarra que Barât, Valensi, y en cierta medida, Hammond, se encargaron de traducir y recodificar para hacer ingresar al siglo XXI medio siglo de historia.


Entre acordes descendentes se construye la base rítmica que Matt Helders sostiene hasta la cumbre, en una de su mejores interpretaciones en la batería. Junto a él, Andy Nicholson permanece impasible, y sin grandes aspavientos nos entrega un bajeo preciso y resonante. Por otro lado, Jamie Cook, a cargo de la guitarra rítmica, no realiza un despilfarro de virtud como si lo hará en Humbug, por ejemplo. Empero, nos da una muestra de lo que sabe hacer como pocos: acompañar la canción con entusiasmo, reconociendo que el rol protagónico de ese tema está en manos de Turner, el joven tímido que se distorsiona en una extraña aparición JamesDeanesca.


Verso y coro edifican la estructura simple de una canción, claramente influenciada por el post-punk y el garage, aunque ciertamente se pierde entre sus fronteras. De un momento a otro nos encontramos con ese riff inicial, rasgueos a la Joe Strummer. Cuando parece que el advenimiento orgásmico del clímax está por llegar, Turner y compañía nos petrifican con un freno de mano que detiene abruptamente el frenesí en el que estamos inmersos. Como preludio a este descanso momentáneo, Turner nos concede un botón, uno de sus primeros puentes. Fórmula que habría de pulir en Suck it and see.


Finalmente, escuchamos el último 1984. Nos percatamos de que la pista de baile se ha suspendido por poco menos de tres minutos y con cierto placer tras la agitación, podemos volver al letargo del que habíamos sido despertados. A menos de que estemos probando las delicias del "Whatever People Say I Am, That's What I'm Not ", en ese caso será mejor abandonar la compostura y dejarnos llevar por la locura ártica, hasta que Riot Van devuelva la calma a nuestro espíritu.


I bet you look good on the dance floor es una canción en la cual Alex Turner juega a ser otra persona y termina por encontrar su estilo, el sello lírico que los distanció de sus contemporáneos. En aquel entonces Turner estaba mucho más interesado en retratar la vida nocturna de la urbe británica, con un estilo picante y con cierta jiribilla ocasional. Si bien, había desarrollado un carácter propio y reconocible con juegos de palabras, el gibberish de su región y referencias a la vida y obra del pueblo inglés, fue con este tema y otros tantos de su primera joya discográfica, que consolidó su fina pluma. El "Whatever People Say I Am..." es de hecho un disco repleto de provocación, astucia y mordacidad; como si a Morrissey le hubiesen puesto polvos pica-pica en la bolsita y lo hubiesen puesto en la misma licuadora con Barât y Doherty.


Sus detractores (yo entre ellos) afirman que realmente las letras no son tan ingeniosas como aparentan, incluso es posible que sean un tanto pretensiosas. Pero más allá de la discusión sobre la originalidad de su propuesta, estos chicos nos regalaron uno de los momentos cumbres de su época y con justa razón comenzaron a ser llamados la mejor banda de su generación.


En fechas recientes se ha especulado en torno a la continuidad de la banda. Sus más cercanos seguidores afirman que están a un disco de dar por terminada su carrera como agrupación. De ser así, nada cambiara. Para ser honestos, si continúan con una larga discografía tampoco pasará gran cosa. Porque los Arctic Monkeys ya hicieron lo que tenían que hacer hace mucho tiempo, para ser precisos, hace una década. Señalaron el camino y abrieron paso a una nueva generación de músicos. A muchos de nosotros (o eso quiero creer) nos alumbraron un porvenir de ilusiones renovadas y por ese simple hecho, les estaremos por siempre agradecidos. Con I bet you look good on the dance floor, los Arctic Monkeys no tienen reservado un lugar en el Olimpo del rock. Pero, a quién le importa, si pasan los años y la gente sigue bailando este tema como un maldito robot de 1984.


I bet you look good on the dance floor ocupa el décimo lugar entre los cincuenta himnos indie de todos los tiempos realizado en 2007 por la NME Magazine (nuestros socios), con base en las votaciones del público. Años después las posiciones cambiarían en un listado de tan solo 20 grandes himnos del indie. En esta ocasión los Arctic Monkeys se colgaron la medalla del sexto lugar (sí, lo sé, no dan medallas al sexto lugar).

"Porque recordar es vivir".

Deléitense con esta presentación de antología.

Por si fuera poco, les dejo el link de una entrevista con la NME donde Alex Turner revela cómo escribió la canción.

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