MONÓLOGOS DE HAMBRE
Sin nombre / Gabriel Marcos
Tuve que hacerlo, estaba tan lacerada de tu cobardía que jamás nos llevó a ningún lado. Largamente traté de escuchar y ser paciente, pero los argumentos eran tan ilógicos y los golpes tan hirientes, no había nada ya porque luchar.
Esa noche todo estaba en paz, ni tú ni yo lo hubiésemos esperado, mas nació la idea como brota de repente la urticaria cuando algo envenena tu cuerpo.
Tomé tu mano y la inserté dentro de mi boca. Mordí con fuerza. Nuestros dolores se mezclaron. Mientras más sangre corría la presión se fue atenuando. Caímos rendidos y probamos el sabor de la muerte.
El cuerpo dejó de moverse, y por fin dejé de sentir. Pero apenas terminó, ya abrigaba la necesidad de tenerte. Así que esperaré aquí, hasta que poseamos otra carne, porque el alma no se agota, de seguir haciéndose daño.
Sin nombre / Gabriel Marcos